Después de
mucho tiempo sin tener el estímulo de la escritura en mis manos, sirvan estas
líneas para describir como me he sentido
y de donde estoy resurgiendo.
…… Hoy, con la mirada y los pensamientos bullendo en mi mente y perdidos en el tiempo, siento como la parte cruel de la vida se ha cernido sobre mí sin clemencia. Un pequeño margen para tomar aire y recapacitar, hubiera sido todo un privilegio en esos momentos de tinieblas, pero las circunstancias no estaban dispuestas a concederlo. Mi mente, esa herramienta tan poderosa cuando la lucidez me guía, que es capaz de caminar por la cuerda floja y que todo resulte un reto salvable, se volvió un arma de doble filo cuando la ofuscación se apoderó del momento. La niebla se hizo dueña de mis ojos triste, de mi respiración que se volvió ahogo, de mis miedos que me hicieron vulnerable, de mis palabras que no emitían sonidos. Intenté robar al tiempo un soplo de aire fresco, que reciclara mis pulmones y desgarrara de mi garganta ese grito que se cohibía, y que arañaba mis entrañas sin compasión. Sentí dolor por mis manos muertas, quebradas por la sinrazón y el desasosiego, ellas que tantas líneas han escrito y tantas pinceladas han dejado impresas. Mi sangre se volvió escarcha, dejando nula mi capacidad de percepción. Mis articulaciones atenazadas me impiden avanzar imposibilitando todo deseo de resurgir. Piernas de plomo para un camino incierto, que se rebelan contra mi mente en mí andar cansado. Un paso es un esfuerzo, una lágrima es una liberación de sentimientos, un contacto es un estimulo de emociones muertas, una palabra es una llamada de auxilio en medio del desierto, una mirada son mil palabras mudas en este desconcierto. Corazón de hielo para caminar sin destino alguno, latidos sordos para sentimientos nulos…
En algunas ocasiones, la vida duele, sin lugar a dudas.
Pero en este espacio de tiempo, la vida ha seguido su curso y han ocurrido acontecimientos que merecen ser mencionados, a los que dedicaré más de una línea.
Agustina Antelo
…… Hoy, con la mirada y los pensamientos bullendo en mi mente y perdidos en el tiempo, siento como la parte cruel de la vida se ha cernido sobre mí sin clemencia. Un pequeño margen para tomar aire y recapacitar, hubiera sido todo un privilegio en esos momentos de tinieblas, pero las circunstancias no estaban dispuestas a concederlo. Mi mente, esa herramienta tan poderosa cuando la lucidez me guía, que es capaz de caminar por la cuerda floja y que todo resulte un reto salvable, se volvió un arma de doble filo cuando la ofuscación se apoderó del momento. La niebla se hizo dueña de mis ojos triste, de mi respiración que se volvió ahogo, de mis miedos que me hicieron vulnerable, de mis palabras que no emitían sonidos. Intenté robar al tiempo un soplo de aire fresco, que reciclara mis pulmones y desgarrara de mi garganta ese grito que se cohibía, y que arañaba mis entrañas sin compasión. Sentí dolor por mis manos muertas, quebradas por la sinrazón y el desasosiego, ellas que tantas líneas han escrito y tantas pinceladas han dejado impresas. Mi sangre se volvió escarcha, dejando nula mi capacidad de percepción. Mis articulaciones atenazadas me impiden avanzar imposibilitando todo deseo de resurgir. Piernas de plomo para un camino incierto, que se rebelan contra mi mente en mí andar cansado. Un paso es un esfuerzo, una lágrima es una liberación de sentimientos, un contacto es un estimulo de emociones muertas, una palabra es una llamada de auxilio en medio del desierto, una mirada son mil palabras mudas en este desconcierto. Corazón de hielo para caminar sin destino alguno, latidos sordos para sentimientos nulos…
En algunas ocasiones, la vida duele, sin lugar a dudas.
Pero en este espacio de tiempo, la vida ha seguido su curso y han ocurrido acontecimientos que merecen ser mencionados, a los que dedicaré más de una línea.
Agustina Antelo
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