miércoles, 14 de octubre de 2015

La vida sigue







Después de mucho tiempo sin tener el estímulo de la escritura en mis manos, sirvan estas líneas para  describir como me he sentido y de donde estoy resurgiendo.

…… Hoy, con la mirada y los pensamientos bullendo en mi mente y perdidos en el tiempo, siento  como la parte cruel de la vida se ha cernido sobre mí sin clemencia.  Un  pequeño margen para tomar aire y recapacitar, hubiera sido todo  un privilegio en esos  momentos de tinieblas, pero las circunstancias no estaban dispuestas a concederlo. Mi mente, esa herramienta tan poderosa cuando  la lucidez me guía, que es capaz de caminar por la cuerda floja  y que todo resulte   un reto salvable,  se volvió un arma de doble filo cuando la ofuscación se apoderó del  momento.  La niebla se hizo dueña  de mis ojos triste, de mi respiración que se volvió ahogo, de mis miedos que me hicieron vulnerable, de mis palabras que no emitían sonidos. Intenté robar  al tiempo un soplo de aire fresco, que reciclara  mis pulmones y desgarrara de mi garganta ese grito que  se cohibía,  y que  arañaba mis entrañas sin compasión.  Sentí dolor por mis manos muertas, quebradas por la sinrazón y el desasosiego,  ellas que tantas líneas han escrito y tantas pinceladas han dejado impresas. Mi sangre se volvió escarcha,  dejando nula mi capacidad de percepción. Mis articulaciones atenazadas me impiden avanzar imposibilitando  todo deseo de resurgir.   Piernas de plomo para un camino incierto, que se rebelan contra mi mente en mí andar cansado.  Un paso es un esfuerzo, una lágrima es una liberación de sentimientos, un contacto es  un estimulo de emociones muertas, una palabra es una llamada de auxilio en medio del desierto, una mirada son mil palabras mudas en este desconcierto. Corazón de hielo para caminar sin destino alguno,  latidos sordos para sentimientos nulos…

En algunas ocasiones, la vida duele, sin lugar a dudas.

Pero en este espacio de tiempo, la vida ha seguido su curso y han ocurrido acontecimientos que merecen ser mencionados, a los que dedicaré más de una línea.

Agustina Antelo 

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