lunes, 16 de julio de 2012

El Estanque de los deseos




UN DESEO INCONTROLADO


Anda hombre, dame una moneda, no me seas tacaño.

Y esta mujer. Será posible. No se cuando te vas a hacer mayor, a quien se le diga que aún crees en esas tonterías.

Pues si te fijas, hay mucho infantil por el mundo, dime sino que hacen todos  alrededor del estanque, echan una moneda y piden un deseo.

Anda, anda, toma la moneda y  después me cuentas que has pedido.

Se encaminaron juntos hasta el estanque y ella cerró los ojos antes de tirar la moneda. Después la arrojó al agua, donde se mezclo con las muchas otras que cubrían el fondo, como pequeñas losas superpuestas.

Por su parte él ojeaba el estanque de un lado otro sorprendido por la cantidad de dinero que había en el fondo y de cómo, para la gente que visitaba aquel parque, era una cita obligada.

Se sonreía y negaba con la cabeza, intentando asimilar lo que estaba viendo.

Vamos – dijo ella agarrándose a su brazo  – y que sepas que como se cumpla mi deseo  voy a ser yo la que se ría de ti – bromeó-

Solo habían andado unos cuantos pasos cuando él se paro en seco,  la miró, busco en su cartera una moneda y desde allí la tiro al estanque.

Perpleja, lo miraba esperando una explicación, después de todo lo acontecido momentos antes.

Que quieres, acabó diciéndole, yo también quería pedir un deseo…imagino que alguien tendrá que limpiar el estanque ¿no?

Agustina Antelo.


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