sábado, 29 de diciembre de 2012





Y los años se van sucediendo....

Sin pedir permiso, el EspÍritu de la Navidad aparece de nuevo y con él, impresos en esta felicitación, mis mejores deseos para todos.
 De nada sirve pensar en lo que se pudo hacer y no se hizo el año anterior, aquello ya es pasado. Ahora hay que afrontar el presente y encarrilar de la mejor manera este nuevo año que comienza. Nuestros sueños tienen una nueva oportunidad, quien dijo miedo, y si el azar siempre está ahí, confiemos entonces en nuestro empeño.

Año nuevo... vida nueva. No la hagamos esperar.

¡FELICIDADES!


sábado, 21 de julio de 2012

El Teatro


 
Y me envolvió la magia….

Quien me lo iba a decir a mí. Yo, que me oculto trás las líneas que escribo, que el anonimato es mi mejor baza para expresar lo que siento, que las  miradas siempre han sido motivo de inquietud, o sencillamente, que la timidez forma parte de mi persona. Pero ya veis, ahí estoy, rellenando un nuevo capítulo en ese libro imaginario que va forjando mi vida. Sin duda, este  ha sido uno de los más interesantes, El Teatro.

Salir con éxito de este reto reconforta al más insensible, así que, para alguien como yo, que cada fibra de mi cuerpo es puro sentimiento, es un derroche de adrenalina en ebullición que me reaviva el alma.
     
     
 

Nada tiene que ver con la inspiración y la soledad del escritor, ni con esos personajes a los que doy vida en mi imaginación y sobre el papel. En este caso son los personajes los que se apoderan de mí y me hacen cómplices de sus vidas. Es…como un desdoblamiento de la personalidad, como un enfoque diferente de perspectiva, como una visión desde otros ojos que no son los mios.
  

El Teatro ha estimulado mis sentidos, me ha unificado con otras realidades, ha desarrollado mi capacidad para el trabajo colectivo, ha liberado mi mente y mi espíritu, y lo mejor de todo, me ha dado la oportunidad de vivir cuantas vidas quiera  llevar a escena. El broche a todo lo expuesto lo pone el aplauso por el trabajo bien hecho, y la ilusión de que, por un corto espacio de tiempo, el público y yo, hemos estado en la misma onda.


Esa es la magia que lo envuelve todo y que me empuja a seguir recreando historias, mientras dejo entre bambalinas mi otra realidad, mi otra vida.

Agustina Antelo.





lunes, 16 de julio de 2012

Una carta de amor






Buenos días mi amor, solo unas palabras para  hacerte llegar cuanto te extraño.

Dicen que la vida es sueño y estoy de acuerdo con ello. Te imaginas que seria de la mía sin este sueño que invade mis sentidos, sin este profundo letargo que sume todo mi ser en un atisbo de esperanza, sin una ilusión que llene de luz un día triste y nublado.

Te imaginas mi amor

Que seria de mi si no pudiera soñar despierta, sino pudiera sentir esa caricia tuya que tanto anhelo, o ese beso apasionado cuando mi boca arde de deseos. Que seria de mi  sino pudiera percibir el calor de tu cuerpo en las frías sabanas de mi cama, o sino pudiera sentir tu presencia cuando la soledad y el vacío me invade.

¡¡Ay!! Amor,  y  me dices que te tengo que olvidar. Ni te imaginas cuanto duele solo pensarlo

Olvidar implica renunciar al estimulo de los sentidos y los míos bullen candentes en mi interior. Implica enterrar ilusiones que forjamos juntos y que  dan sentido a mi vida, Implica mutilar sentimientos, a los que un día dimos alas y gozaron de libertad.

Olvidar dices mi amor.

 Olvidar significa detener el tiempo, parar en un suspiro los latidos de este corazón enamorado,  omitir la imaginación y el pensamiento,  y recaer en el frío invierno de los sentidos.

El olvido implica renuncia a todo lo vivido y esa palabra me viene muy grande.

Sabes, la vida es sueño… mi vida es un sueño. Lo único que ahora tengo, para apaciguar este espíritu herido  por los sentimientos no correspondidos.

Te amo, ni te imaginas cuanto.

Un beso mi amor.

Agustina Antelo.

El autobus de las 7;45 horas






QUIEN DICE QUE LA RUTINA ES ABURRIDA

Como es habitual cada mañana, me dirijo,  algo apresurada, a coger el autobús de las 7; 45 horas. Es el que me lleva cada día hasta la facultad y raro es que no sea  puntual, de ahí que aligere el paso. De todas maneras, el chofer, igualmente habitual, siempre hace algo de tiempo esperando a alguno que  se le han pegado las sabanas. Normalmente suelo coincidir con las mismas personas, y en este afán mió de imaginar, hasta imagino (valga la redundancia)  las vidas de cada uno, solo con observar y escuchar sus conversaciones. Yo les llamo figuradamente mi otra familia, que,  aunque estén muy lejos de serlo, cada mañana ocupan un pequeño espacio en mi vida.

Hoy he llegado pronto y me siento junto a José, un abuelo con dificultades para dormir y que cada día le encuentro allí sentado, hablando con unos y otros. Vive justo al lado de la parada del autobús, y es de todos sabido que la soledad  es su fiel compañera, de ahí que necesite el calor de los viandantes que pasan por allí. A mí me tiene especial cariño, lo se, y se le ilumina el rostro al verme llegar cada mañana. El sentimiento es mutuo, y  se me hace ameno escuchar sus batallitas de juventud que repite una y otra vez.
 Poco a poco, van haciendo su aparición en escena todos los demás. Es el momento de observar…. y de escuchar.
El mas puntual es el ejecutivo, un joven muy bien arreglado que siempre llega con su maletín y mirando el reloj. Va impecable. Su pelo bien engominado, su traje sin una arruga y sus zapatos brillantes. Se sitúa en uno de los laterales del recinto y su nerviosismo y timidez afloran. Se siente observado y con su cabeza baja y la vista perdida en el suelo, evita cruzar las mirada con los demás.
Poco después llegan las tres adolescentes, que cada mañana alborotan con sus risas aquel pequeño espacio. Cualquier tema es bueno para terminar esbozando una risotada. Como en cada grupo esta la más parlanchina que no deja de hablar en ningún momento, haciendo espavientos con las manos. Las otras dos la siguen pero sin tanto ímpetu y participan en  la conversación en cuanto esta las deja. Su tema principal, y para ello no hay mucho que pensar,  son los chicos y alguna que otra chica a quien ponen a parir.
También se une a nosotros una mujer entradita en años que trabaja de sirvienta en la ciudad y que le encanta el cotilleo. Siempre se le ve inmiscuida en cualquier conversación que se origine, la inviten o no.  Su cara es redondita, bueno, como toda ella, y su ropa ceñida en exceso. Pero si algo me llama la atención de ella son esos enormes tacones que la sostienen y donde  tan bien  equilibrada va.
Ahora aparece el chico del chándal azul, como yo lo llamo, pero es que siempre viene de azul. El no tiene complejos y la timidez no creo que la conozca a pesar de su corta edad. Siempre aparece con los auriculares puestos en los  oídos y tarareando la canción que escucha. El, sencillamente, va a su bola.
Por la acera de enfrente  y en sentido opuesto, llega la parejita de enamorados. Desde que se ven en la distancia el semblante les cambia y una tímida sonrisa aparece en sus bocas. Se encuentran a la altura del paso de peatones donde se abrazan, se morrean, y después, cogidos de la mano, cruzan la carretera. Cuando llegan a la parada del autobús se ubican en lugar apartado y conversan acaramelados, ajenos a todo y a todos.
La mañana se ha vuelto rutina, como casi siempre, pero no por ello menos interesante. El autobús aparece a la hora justa, y con él dejo atrás el prologo de un nuevo día.  Pero…que veo, algo nuevo para variar. El conductor no es el mismo de siempre, ya veré que me puede aportar.

Agustina Antelo

El Estanque de los deseos




UN DESEO INCONTROLADO


Anda hombre, dame una moneda, no me seas tacaño.

Y esta mujer. Será posible. No se cuando te vas a hacer mayor, a quien se le diga que aún crees en esas tonterías.

Pues si te fijas, hay mucho infantil por el mundo, dime sino que hacen todos  alrededor del estanque, echan una moneda y piden un deseo.

Anda, anda, toma la moneda y  después me cuentas que has pedido.

Se encaminaron juntos hasta el estanque y ella cerró los ojos antes de tirar la moneda. Después la arrojó al agua, donde se mezclo con las muchas otras que cubrían el fondo, como pequeñas losas superpuestas.

Por su parte él ojeaba el estanque de un lado otro sorprendido por la cantidad de dinero que había en el fondo y de cómo, para la gente que visitaba aquel parque, era una cita obligada.

Se sonreía y negaba con la cabeza, intentando asimilar lo que estaba viendo.

Vamos – dijo ella agarrándose a su brazo  – y que sepas que como se cumpla mi deseo  voy a ser yo la que se ría de ti – bromeó-

Solo habían andado unos cuantos pasos cuando él se paro en seco,  la miró, busco en su cartera una moneda y desde allí la tiro al estanque.

Perpleja, lo miraba esperando una explicación, después de todo lo acontecido momentos antes.

Que quieres, acabó diciéndole, yo también quería pedir un deseo…imagino que alguien tendrá que limpiar el estanque ¿no?

Agustina Antelo.