A
veces el silencio se hace tan espeso a mi alrededor, que hasta me cuesta distinguir el sonido del vuelo de un mosquito que revolotea
alrededor de mi oreja. A veces, el
sonido exterior se enmudece por que el
volumen de los pensamientos sobrepasa
todo contexto y toman las riendas de mis
sentimientos dormidos. Pensamientos que deambulan por mi mente, sin ningún
orden ni concierto, pues la pereza de los estímulos hace imposible ubicarlas a
su debido tiempo. El caos es la nota
predominante….
Los
momentos más nostálgicos y arraigados en mi realidad, se unen a esos otros que me dañan el alma con solo
pensarlos y que si pudiera borrarlos los haría desaparecer de un plumazo. Las sensaciones más pasionales,
aquellas que mostramos al mundo, libres y orgullosos, se codean con las más íntimas y reservadas de
nuestra existencia. Los ideales, tantas
veces peleados, ahora se confunden con
las migajas que quedan de ellos. Las emociones,
esas que me incitan a resurgir y recargar cada partícula
de mi ser, están olvidadas en un rincón, mientras esas otras que fluyen
negativamente, se acomodan en primera
línea. Y qué decir de los sueños, los
mismos que me hacen dormir plácidamente con la expectativa de realizarlos algún
día, ahora están oprimidos en el fondo de ese estante imaginario por miles de
pesadillas que se han ido acumulando……
Realmente,
un caos en este silencio que me envuelve.
En
este enredo de pensamientos, hace falta un instante de realidad para unos ojos ciegos,
que piden a gritos recobrar la luz.
Alzo
los brazos y estiro mi cuerpo intentando alcanzar el cielo. Cierro los ojos y
me sumerjo de lleno en mis silencios, que me engullen sin compasión. Mi boca no
emite ningún sonido pidiendo ayuda, pero poco a
poco, siento fluir la sangre en mis venas y como mi corazón late con más fuerza que
nunca. Un batallón de pensamientos nuevos
se une a los ya existentes y como dos ejércitos enfrentados libran la
mayor de las batallas. Para cuando abro
mis ojos, la perspectiva ante ellos es diferente, es la objetividad la que
se ha hecho dueña del momento, y todo aquel escaparte desordenado que era mi
mente, se ha ido velando, desapareciendo, dando paso a un punto y aparte para comenzar de nuevo.
La
vida sigue y de nuevo estoy lista para afrontarla.
22
de Julio 2017
Agustina
Antelo
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