
“Cuanto mayor es la armadura, más frágil es el Ser que lo habita.”
Hoy llego a mí poder este mensaje, uno de los muchos que recibo al cabo del día, pero este tenía un algo especial, que me ha tenido cavilando desde entonces. Hay que tener en cuenta que últimamente divago demasiado entre mis silencios y mis pensamientos.
Ese algo a que me refiero, es la realidad que hay en el contenido de sus palabras, pues deja en el aire un método de defensa para afrontar la vida, que me resulta muy familiar, y al que nombro muchas veces utilizando otro sinónimo.
Yo siempre hablo de él como la “coraza" imaginaria, que me protege de los efectos adversos que vienen del exterior, y que me ayuda a amortigua sus golpes. Hoy se me presenta con el nombre de “armadura”, igualmente creada por nuestro subconsciente y que encierra en sí, la misma esencia “proteger las almas sensibles”
Ir a cuerpo descubierto nos hace vulnerables, y eso lo dice alguien que aparte de años, que ya tengo unos cuantos y eso es un grado, tiene bastante experiencia en esta materia. Para los más sensibles seria exponer cada emoción a una detonación anunciada, y la vida es demasiado bonita como para arriesgar cada paso que demos sobre un campo de minas.
Por lo tanto, la fortaleza se consigue protegiendo el alma, la misma que habita bajo nuestra piel y es nuestro un gran tesoro, pues solo a nosotros nos pertenece.
De ahí que mi armadura, forme parte de mi indumentaria habitual, por si algo o alguien descubre mi talón de Aquiles.
Las emociones son el punto débil de cualquier mortal y la sensibilidad un arma de doble filo.
Yo llevo mi armadura con filosofía, y además la he pintado de color fluorescente para que se vea desde lejos, y así ahuyentar los malos augurios.
De los elementos internos, será mi corazón quien tenga la voz cantante.
Agustina Antelo
15 de Julio 2017
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