UN CANTO AL AMOR
Pobre de aquel que no haya sentido el enorme impacto de sentimientos con que el amor nos agasaja alguna que otra vez en la vida. Yo fui afortunada al sentirlo, y no por ello hay un ápice de vanidad en mis palabras, sino solo un cúmulo de experiencias y sensaciones que hoy quiero compartir con vdes. Ya de entrada diré que soy la eterna enamorada, que aún creo en los sueños y que a ellos me aferro en muchas ocasiones buscando una ilusión. Creo que toda nuestra vida debería estar envuelta en ese aura de felicidad que aporta el amor y que debería guiar nuestros pasos en el divagar de cada día.
Alguien escribió alguna vez que el amor siempre va acompañado de su fiel compañera la locura y realmente es de locos querer controlar un corazón enamorado que palpita sin control y que con cada latido pone en funcionamiento cada fibra de nuestro ser.
El amor es el renacer de la primavera en los sentidos, es la liberación de las emociones contenidas, es la realidad de nuestros sueños más íntimos, y el disfrute de nuestros deseos más pasionales.
El amor es como esa nube de verano que aletarga nuestros pensamientos, que detiene el tiempo en un instante y nos mece hasta dejarnos sumidos en esa atmósfera de calma y soñolencia de la que no queremos despertar.
El amor es como el calor del fuego en el invierno, como el chocolate caliente que nos endulza y revive nuestro interior en los días fríos, o como esa manta que nos acaricia y que mantiene el calor de nuestros cuerpos acurrucados bajo ella.
El amor es la caricia del viento de otoño en su ir y venir de sensaciones nuevas que nos arrastra a un destino incierto y que deja caduca nuestra razón de ser hasta ese momento.
El amor es gozo en plenitud, alegría desbordante, vitalidad arrolladora, acentuación de los sentidos, ilusión viva, realización de sueños, deseos incontrolados, excitación vibrante, besos ardientes, abrazos intensos y sexo apasionado.
Para ello no hay edad solo corazón y vida.
Agustina Antelo.